Revisionismo historico.

Racing y nada mas


Vamos carajoooooooooooo

#ArchivoHistorico El número 4 de la Revista Racing. Otra joya que ya forma parte del archivo del club. ¡Colaborá y sumate vos también!

terriblee

1985, el año del regreso a Primera
En un día como hoy pero de 1985, con un golazo de Néstor Sícher, la Academia empataba uno a uno ante Atlanta en un Monumental colmado de desahogo y consumaba el retorno a la Primera División.

No había sido para nada sencilla la excursión de Racing en el ascenso: la del ‘85 era la segunda temporada en el ascenso y habían sido tres los entrenadores que no podían enderezar al equipo. El cuarto terminó siendo quien terminó con la angustia: el ídolo multicampeón con el glorioso equipo de José, Alfio Basile. “Coco” le dio el golpe de horno final a un equipo compuesto por grandes jugadores de la categoría –como Miguel Colombatti y Walter Fernández- así como también de buenos pibes salidos del club –Gustavo Costas, Miguel Wirtz y Jorge “Camote” Acuña-.

En medio de un caos institucional tremendo, Racing emergió de sus propias cenizas y elevó vuelo; no sólo a Primera, sino que más tarde esos jugadores serían la base de lo que sería el Racing protagonista del final de década y el campeón de la Supercopa 1988.

El 27 de diciembre de 1985 se jugó el segundo chico por la final del segundo ascenso a Primera División, entre Atlanta y la Academia, en el estadio de River Plate. El Monumental era en su mayoría racinguista y brotaba de sí una sensación de angustia contenida que necesitaba liberarse. Habían sido muchas las pálidas para la Academia en esos años.

La espiral autodestructiva de Racing se había desatado el año previo a consumarse el descenso. El “Pato” Pastoriza no había hecho una mal labor, pero la dirigencia tomó malas decisiones y construyó su propio vía crucis. Del 81 al 82, Racing se desprendió de grandes valores como los mundialistas “Vasco” Olarticoechea, Juan Barbas, Gabriel Calderón y José Van Tuyne, además de otros muy buenos jugadores como Alberto Vivalda, José Orlando Berta y el uruguayo Juan Ramón Carrasco. El horror institucional llevó a que, tristemente, sea el máximo prócer de la institución, Juan José Pizzuti, quien viera desde el banco de los suplentes el hundimiento de su buque insignia.

Para la travesía en el ascenso, al mando del equipo estaba “El Profe” Jorge Castelli, expreparador físico del “Toto” Lorenzo –DT del club sólo cuatro años antes–, que fue quien armó el plantel. Había jugadores de vasta experiencia como Miguel Ángel Brindisi, Félix Orte, Horacio Cordero, Carlos Squeo, Daniel Severiano Pavón, pero con poco conocimiento de la categoría. Había estado muy cerca de llegar un volante central, ídolo de River, Reinaldo Merlo, pero Cejas no lo quiso y Mostaza se terminó retirando.

El comienzo fue muy arduo y a Racing realmente le costó mucho adaptarse. Hacia mitad de temporada ya el DT era el inolvidable Agustín Mario Cejas, con quien el equipo sólo alcanzó a conformarse con clasificar al octogonal para el segundo ascenso, dado que el primer lugar había sido de Deportivo Español. Pero allí tampoco se le dio: Gimnasia y Esgrima La Plata lo venció por 3 a 1 en Cilindro y por 4 a 2 en el Bosque en la final del reducido. La Academia se quedaba con las ganas de volver, masticando la bronca hasta la temporada siguiente.

Para el ‘85, el equipo se armó con jugadores de la categoría como Miguel Ángel Colombatti –proveniente de Morón-, Walter Fernández –de Defensores de Belgrano-, José Luis Carrizo –desde Ferro-, Víctor Longo –de Huracán-, Néstor Sícher y Horacio Attadía –ambos de Lanús. Para compensar algunas salidas como las de Brindisi por caso, llegaron también los orientales Carlos Vázquez, "Quique" Olivera y Washington González. Éstos se agregaban a los buenos valores de la cantera del club como el querido Gustavo Costas, el Turco Wirtz, Jorge “Camote” Acuña, Salvador Azerrad y Hugo Lamadrid, entre otros.

En el medio, el club se encontraba en una situación crítica a nivel económico y político. La gestión del por entonces presidente Enrique Taddeo no había podido solucionar los problemas financieros de Racing. Las deudas hacían que aparecieran horribles voluntades capaces de empeñar las sedes de Villa del Parque y Mitre, tan sólo para saldar deudas.

Con todos esos malos tragos, el conjunto de Cejas no terminaba de hacer pie y para mitad de temporada, asumía el campeón con el club en 1951, Juan Carlos Giménez. El interinato de “Cacho” duró poco y lo sucedió sin éxito brevemente el exayudante de Menotti, Vicente Cayetano Rodríguez.

Racing parecía a la deriva y sólo lo podía rescatar alguien del club; ese salvador fue Alfio Basile. “Vamos a jugar a lo que puede y sabe Racing”, dijo la ronca voz del hijo más prolífico de la escuela de “Tito” Pizzuti. Ante el periodista Carlos Aira, Sícher fue categórico sobre la llegada de Basile: “Cuando llegó Coco fue clarísimo, ‘ustedes bien paraditos en el fondo y tírensela a los de arriba, que ellos definan los partidos. No nos compliquemos’. Un genio. Jugaba 4-3-3 y cada uno sabía muy bien lo que debía hacer”. La idea de un Racing más simple para encontrar el éxito, Basile la imprimió en una concentración de un poco más de un mes en el predio de Empleados de Comercio en Ezeiza. Allí, Coco trabajó sobre el espíritu de los jugadores, y son varios quienes dicen que el germen del Racing que tres años después ganó la Supercopa, comenzó a gestarse ahí.

La ambivalencia de un reglamento endeble hizo temblar a los hinchas: en la primera etapa del octogonal, Racing venció a Banfield por 3 a 1 en cancha de Boca y fue vencido por el mismo marcador en el partido de vuelta, en cancha de Vélez. Pero clasificó igual a la siguiente fase, en la cual despachó a Quilmes en los dos partidos: 2 a 0 y 3 a 1, respectivamente. Con el triunfo ante el cervecero, la Academia debía definir el segundo ascenso ante Atlanta, recientemente descendido de primera junto a Rosario Central, que se había quedado con el primer ascenso esa temporada. A todo esto, la crisis en Racing no cedía: el Cilindro, que alguna vez había albergado la gloria del fútbol nacional, hacía las veces de depósito de papas y estaba a punto de ser clausurado.

El 21 de diciembre de 1985, la Academia salió a jugar el primer chico con el cuchillo entre los dientes y vaya si rindió: pasó por arriba al Bohemio en cancha de River, por 4 a 0 con dos goles de Walter Fernández, uno de Colombatti y el otro del “Cholo” Pavón. A pesar de la abultada diferencia, Racing tenía que ganar sí o sí para volver a Primera.

El 27 de diciembre, entonces, la Academia salió a por el ascenso con Miguel Wirtz en el arco; Washington González, Víctor Longo, Gustavo Costas, Néstor Sícher; Ítalo Ortiz, Horacio Cordero, Horacio Attadía, y en la delantera, el “Pampa” Félix Orte, Daniel “El Cholo” Pavón y Walter René Fernández. El partido fue duro, y se abrió recién con un zurdazo letal de Sícher, que había recibido un pase desde un córner, y la mandó al ángulo superior derecho del arco bohemio. 1 a 0 y las más de 35 mil almas académicas estallaban el Monumental de un desahogo de casi dos años de angustia. En el segundo tiempo, Costas marcó un penal que el árbitro Carlos Mastrángelo dejó pasar y hacia la mitad del segundo tiempo, Heber Bueno sentenció el empate para Atlanta. Pero a Racing no se le iba a escapar y el desahogo se desató sin reparos. La gloriosa Academia volvía a Primera.

La Academia salió del infierno con sentido de pertenencia: fue de la mano de un héroe de la casa como Alfio Basile que el equipo recuperó la categoría y dos años más tarde fuera protagonista del fútbol nacional entero, a punto tal que en 1988 obtuvo la Supercopa. El ascenso con el Coco dejó atrás dos años horribles para la historia del club, pero no hay que olvidar que tras el regreso a primera, medio plantel fue alquilado a Argentino de Mendoza. Recordar el sentido de pertenencia debe contribuir a la memoria del hincha de Racing y de cada dirigente para que esta clase de sucesos no vuelvan a suceder jamás en la historia de una institución tan gloriosa como es la Academia Racing Club.

Amplio.
Hazañas académicas: el bautismo en Primera
Racing obtuvo su primer campeonato en la máxima categoría el 28 de diciembre de 1913. Fue luego de derrotar por 2 a 1 a San Isidro en la final del torneo. Alberto Ohaco convirtió los dos goles. El título inauguró una seguidilla de siete títulos consecutivos.
Racing obtuvo su primer campeonato en la máxima categoría el 28 de diciembre de 1913. Fue luego de derrotar por 2 a 1 a San Isidro en la final del torneo. Alberto Ohaco convirtió los dos goles. El título inauguró una seguidilla de siete títulos consecutivos.
Fue el comienzo de algo muy grande. La Academia había disputado solamente dos temporadas en la máxima categoría del fútbol argentino cuando comenzó a ganar imparablemente. El ascenso de 1910 se había logrado tras vencer por 2 a 1 a Boca y, luego de adaptarse a las nuevas exigencias deportivas, la Academia encontró un grupo de jugadores que le dio todo el brillo y toda la gloria. El primer paso de esa construcción fantástica que derivó en el heptacampeonato tuvo lugar en 1913, más exactamente el 28 de diciembre de 1913. Ese día, gracias a un triunfo por 2 a 1 frente a San Isidro, el cuadro de Avellaneda obtuvo el título de Primera División y comenzó a demostrar su hegemonía a nivel nacional.
La campaña fue notable. De principio a fin. El equipo de celeste y blanco jugó 20 partidos, de los cuales ganó 17, igualó uno y perdió dos. Convirtió la impactante cifra de 52 goles y le marcaron únicamente siete. En la fase regular, Racing compitió en la Zona A y terminó en el primer lugar, encima de River y de Platense. Justamente ante River debió disputar un duelo de desempate por un sitio en la final: hubo goleada por 3 a 0 y pasaje a la instancia decisiva. La categoría de Alberto Ohaco apareció en los momentos adecuados para permitirle a la Academia abrazarse por primera vez con la gloria.
El conjunto racinguista fue tan superior a sus adversarios que hilvanó nueve goleadas a lo largo del certamen. La más abultada fue el 6 a 0 a Banfield en el debut. Pero, además, hubo consagración en la Copa de Honor al ganarle por 3 a 2 a Nacional. Los protagonistas de semejante alegría son inolvidables: Carlos Muttoni, Saturnino Ochoa, Armando Reyes, Ricardo Pepe, Francisco Olazar, Ángel Betular, Juan Ohaco, Raúl López, Pedro Etchegaray, Alberto Ohaco, Alberto Marcovecchio, Juan Hospital, Juan Viazzi y Juan Perinetti.
En un nuevo aniversario de la hazaña, los campeones merecen que los recordemos.  

vamoo acade

Tucho Méndez, el ídolo del tricampeonato
En un día como hoy, pero de 1923, nació uno de los más importantes delanteros de la historia de la Academia: Norberto Doroteo Méndez. Mejor conocido como “Tucho”, Méndez fue la estrella más brillante del equipo que, de la mano de Guillermo Stábile, ganó el tricampeonato de 1949, 1950 y 1951. Además, en la Selección Argentina ostenta el récord de máximo goleador histórico de la Copa América, con 17 tantos.

El 5 de enero de 1923, Rosa Villarruel y Doroteo Méndez tuvieron a su primer hijo: un varón al que llamaron Norberto Doroteo. Nacido en la intersección de Grito de Ascencio y Atuel, fue apodado “Tucho” en honor a un muy querido vecino del barrio, de apellido Santucho, fallecido ese mismo día. Criado entre Pompeya y Parque de los Patricios, este joven arrabalero se pasó su infancia jugando a la pelota en el club Miriñaque, además de desplegar su talento por los potreros del sur de la ciudad.
Llegó a Huracán a la tempranísima edad de once años a través del cazatalentos José Carrero y ya sus dieciocho se dio su debut en Primera. Fue un 13 de abril de 1941 el día en el que Tucho cumplió sueños por partida triple: vestir los colores del club de su barrio, compartir cancha con su ídolo Herminio Masantonio y marcar en su estreno en Primera División –marcó el último de los cuatro goles con los que el Globo despachó a Lanús.
En Parque de los Patricios, fue tricampeón de copas nacionales, dos Escobar (1942 y 1943) y una Competencia (1944). También fue compañero del máximo ídolo del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, quien señaló a Méndez como una gran inspiración.
Su descollante rendimiento llevó a que el por entonces entrenador de la Selección Argentina, Guillermo Stábile, lo convocara para que represente al país en varias ediciones de la Copa América. Tucho aún hoy sostiene el récord de máximo goleador de la historia de este certamen sudamericano, con 17 tantos. Fue tricampeón en las ediciones de 1945 –fue el
goleador del certamen en esa ocasión–, 1946 y 1947. Evidentemente ser tricampeón con una casaca a bastones albicelestes formaba parte del destino del arrabalero entreala.
Su genial desempeño en las Copas América convenció a Stábile –que también dirigía a Racing– de llevarlo a su equipo. Sucedía que la Academia atravesaba su primera sequía de campeonatos de liga: el fútbol se había hecho profesional hacía ya más de quince años y la Academia no daba la vuelta desde 1925, aún con el amateurismo. Por lo tanto, el club rompió el chanchito e hizo una operación sin precedentes con Huracán: llegaron Tucho Méndez, Juan Carlos Salvini y Llamil Simes llegaron a cambio de cinco jugadores (Ricardo, Uzal, Filgueiras, Aguirre y Caserio).
En la Academia se hizo ídolo pronto. No sólo su forma de audaz y vistosa de jugar enamoraba a los hinchas sino su porte particular: piernas chuecas que emulaban al ídolo Enrique “Chueco” García, bigotes y un jopo engominado lo pintaban a Méndez como crack hasta fuera de la gramilla. Pero Tucho siempre tuvo los pies sobre la tierra: "Nunca me creí ídolo. Si bien pude haber tenido preponderancia dentro de una cancha, siempre me halagó más una palabra de cariño de parte de la gente, que me elevaran a un sitio al que, considero, no pertenezco", solía decir el entreala derecho que cuando se mudó de Parque Patricios a Avellaneda lo tuvo que hacer de madrugada para que los hinchas quemeros no se enojaran con él.
Al año de jugar en la Academia estuvo muy cerca del sueño del campeonato pero una huelga de jugadores de la que participó y hasta alentó –fue el cofundador de lo que luego sería Futbolistas Argentinos Agremiados–, alejó al equipo de la punta y hubo que postergar la hazaña.
Al año siguiente, la huelga aparejó un éxodo de jugadores de gran categoría y muchos equipos se fueron desmantelando, pero no fue el caso de Racing y eso le resultó una gran ventaja. Por influencia del Ministro de Hacienda del gobierno peronista, Ramón Cereijo, reconocido hincha de Racing, se sostuvo el plantel altamente competitivo y de jerarquía y la pelea por el título se hizo realidad.
Racing arrasó durante tres campeonatos consecutivos con todo: rompió la mala racha de 24 años y se quedó con los títulos de 1949, 1950 y 1951 en los que Tucho aportó gambetas y goles: 14 tantos en 1949 y 12 en 1950, mientras que en 1951 las lesiones no le permitieron desplegar su técnica.
“Salvini, Simes, Bravo, Méndez y Sued” sale de memoria a la hora de recitar esa delantera tremenda con la que la Academia ganó el primer tricampeonato de la historia del profesionalismo. Después fue Boyé por Salvini, y luego Ameal por el propio Tucho, pero en esencia, el equipo fue el mismo: hasta fue subcampeón en 1952.
El flagelo de las lesiones hizo que Tucho dejara Racing en 1954 y el legado que dejó fue increíble: tres títulos profesionales de liga –marca que solo ese plantel ostenta en la historia de la Academia–, 48 goles en 129 partidos y una relación de amor con los hinchas que aún hoy perdura. Tucho solía definir su carrera con la frase: “Huracán fue mi novia. Racing, mi mujer y la Selección mi amante”.
Tuvo un paso breve por Tigre y se retiró en su primera casa, la Quema, el 7 de diciembre de 1958 con la genial particularidad de haber marcado tanto en su debut como jugador como en su despedida: fue autor de uno de los goles de descuento del Globo en la derrota ante club atletico carrefour por 4 a 2 en cancha de Ferro.
. Tucho fue un emblema para el fútbol argentino entero y para nuestra gloriosa Academia. Pero también para la porteñidad: era tanguero y bailarín, además de ser amigo de Aníbal Troilo y compartir sus andanzas en los cabarets. En sus últimos años, la senilidad lo alejó de Olga, su esposa y compañera eterna, y la vida se lo llevó a los 75 años, el 22 de junio de 1998. Pero Tucho es de esos personajes gloriosos que nunca mueren, de los tiempos en los que el fútbol era un arte, y su huella será eternamente imborrable en la memoria racinguista.

vamooooooooooo

damianracing escribió:vamooooooooooo

Fijate esa parte de la nota dami......

Tucho fue un emblema para el fútbol argentino entero y para nuestra gloriosa Academia. Pero también para la porteñidad: era tanguero y bailarín, además de ser amigo de Aníbal Troilo y compartir sus andanzas en los cabarets.

Genioooooooo!!!!!!!!!

ESAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

damianracing escribió:ESAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Aguante el Tucho!!!!!!!!!!
Un "TURRERO" de su epoca.........!!!!!!!!!!
Crack, idolo total!!!!!!!!!!!

estaban todos locos jaaj